Ese es el nombre del programa de Guerlain que busca proteger a una de las especies más indispensables para la biodiversidad en el planeta.
Recientemente se descubrió que las abejas sobrevivieron a la gran extinción de los dinosaurios. ¿Sobrevivirán al Antropoceno? A causa del uso indiscriminado de pesticidas, cada año desaparece el 30% de las abejas domésticas. Sin embargo, son ellas quienes polinizan el 70% de la flora del planeta. Algunas mujeres, como Dorothée, Oriane y Aggelina, dedican ahora sus vidas a la causa de su supervivencia. Vienen de diferentes regiones, diferentes países. Eran profesionales del turismo, gestoras de proyectos de marketing, estudiantes de psicología, activistas medioambientales. Ahora se han convertido en apicultoras, a través del programa “Mujeres por las abejas” lanzado por la UNESCO en colaboración con Guerlain.
A través de la lente de la fotógrafa Charlotte Abramow, las descubrimos unidas y hermanadas por el esfuerzo y el respeto a estos seres vivos, diminutos, misteriosos y sin embargo tan esenciales para la supervivencia de nuestra especie y entorno. “Las abejas son muy reactivas: un día están super tranquilas y al día siguiente, agresivas. Cosas como el olor corporal generan un impacto en su actitud: no podés usar perfume o desodorante cerca de ellas. Te obligan a trabajar sobre vos misma, a entenderte para después entenderlas a ellas. Si llegas preocupada, deprimida o enojada, las abejas lo sienten”, explica la joven fotógrafa. “Recuerdo que nuestro conductor tenía miedo de las abejas, estaba ansiosos y, curiosamente, se enojaron mucho con él. Mientras tanto, yo que estaba tan concentrada en las fotos, olvide que las abejas estaban a mi alrededor. Y eso me libero”.
De esta relación de “intimidad” con las abejas nacieron varios proyectos. Dorothée, por ejemplo, quiere utilizar su nueva experiencia como apicultora para desarrollar un lugar para jinetes profesionales, con sus caballos, así como para familias que buscan unas vacaciones en la naturaleza. Su objetivo: ayudar a las personas a reconectarse con su entorno y, por lo tanto, consigo mismas. Ella explica: “Quiero usar las abejas como puerta de entrada a la biodiversidad”. Oriane, en cambio sueña más con producir su propia miel y vender productos derivados en base a un modelo de producción de baja intensidad, y por lo tanto no perjudicial para sus pequeñas trabajadoras. “Al convertirte en apicultora, el día también se transforma en una montaña de trabajo. Sos veterinaria, pastora, gestadora de mudanzas, contadora, vendedora, jardinera. Es todo un ecosistema en el que tenés que pensar”.
Por su parte, Aggelina, la activista griega apasionada por la ecología que creció rodeada de jardines y flores ya creó un programa en Atenas que tiene como objetivo hacer del mundo un lugar mejor: “The Bee Camp NGO”. “Siento que es mi deber transmitir mis conocimientos y habilidades para crear conciencia entre la mayor cantidad de personas posible”. Ahora está planeando establecer un curso de formación en apicultura para mujeres refugiadas en Grecia, un proyecto que es particularmente relevante, ya que esta profesión se puede practicar en cualquier lugar. Quiere llamar a su futuro programa “Abejas para mujeres”, un guiño sutil al programa que la capacitó. “Creo en el poder de las mujeres cuando trabajan juntas, creo en el poder de lo que podemos crear al unísono”.
“Una mujer puede aportar una nueva perspectiva a esta profesión históricamente masculina”, afirma y completa: “He trabajado para todo tipo de organizaciones benéficas que ayudan a los animales, me tope con las abejas por casualidad y suena a cliché, pero fue amor a primera vista. La apicultura es principalmente un campo masculino, pero la colmena en si es tan un entorno femenino. Siento una fuerte conexión con ellas”, comparte Aggelina.
En efecto, es difícil imaginar una sociedad más femenina que las colmenas. La abeja limpiadora, la abeja nodriza, la abeja guardiana, la abeja albañil, la abeja ventiladora, la abeja exploradora y la abeja recolectora son parte esencial de cualquier colmena. “Es así como si tuviéramos un equipo de superheroínas reuniendo sus fuerzas para salvar el equilibrio de la biodiversidad, mientras nos da el regalo de la deliciosa y curativa miel”. La abeja macho es sostenida y alimentada por las abejas obreras hasta que se completa su función reproductiva. Después de eso, las obreras expulsan a estos machos ahora inútiles de sus colmenas. En su mayoría mueren por exposición, frio o iniciación.
Al preguntar a las mujeres del programa por qué eligieron la apicultura, las respuestas varian, pero todas están impulsadas por la urgencia de preservar la biodiversidad ambiental. A todas las persigue la distopia que se avecina, de ahí la urgencia, según explican, de “dar marcha atrás al reloj”, para no acabar fabricando robots polinizadores, como en el episodio de Black Mirror “Hated in the Nation”.
Según Béatrice Robrolle-Mary, cofundadora y presidenta de Terre d’Abeilles, una cosa es cierta: “Sin abejas, no hay más biodiversidad. Sin abejas, no hay más flores, perfumes o sabores. Sin abejas, no quedan semillas, ni animales granívoros. Sin las abejas, la flora y la fauna desaparecerán poco a poco. Y la humanidad con ellas”. Incluso por puro egoísmo humano, la urgencia de actuar es palpable. Para Anne-Caroline Prazan, directora de Arte, Cultura y Patrimonio Artístico Internacional de Guerlain, las abejas son indispensables en todos los niveles. No es de extrañar que Guerlain esté en el origen de esta iniciativa con la UNESCO, cuando sabemos hasta qué punto del simbolismo de la abeja está ligado sal de la gran maison.
La segunda edición del programa “Mujeres por las abejas” se realizará en Camboya, país con el que Angelina Jolie, madrina de la iniciativa, tiene fuertes desde la adopción de Maddox Jolie-Pitt, su hijo mayor, en 2002.
La primera edición del programa, que debería haber sido internacional, se llevó a cabo en Francia debido a las restricciones por la pandemia. Cada año, un nuevo territorio tendrá el honor de albergar el programa, con el fin de difundir el conocimiento de las abejas en todo el mundo. Una de las apicultoras de la edición 2021 se encuentra ahora en Camboya para pasar la antorcha a la próxima generación de mujeres apicultoras.